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Este sitio web es la versión electrónica del proyecto del mismo nombre. De momento, el sitio web presenta el Tomo I (El cuerpo humano) y el Tomo II (El parentesco). Los datos bibliográficos de las versiones impresas se encuentran aquí:
  • Atlas Lingüístico Guaraní-Románico (ALGR-L), Tomo I Léxico-Cuerpo Humano. Co-editores y -directores Almidio Aquino, Wolf Dietrich, Haralambos Symeonidis, & Harald Thun. Kiel, Westensee-Verlag. [= Dialectologia Pluridimensionalis Roma­nica 11]. 2009.
  • Atlas Lingüístico Guaraní-Románico (ALGR-L), Tomo II Léxico del Parentesco. Co-editores y -directores Almidio Aquino, Wolf Dietrich, Haralambos Symeonidis, & Harald Thun. Kiel, Westensee-Verlag. [= Dialectologia Pluridimensionalis Romanica 12]. 2015

El objetivo del Atlas Lingüístico Guaraní-Románico (ALGR) es documentar el bilingüismo guaraní-castellano que existe en Paraguay y en las regiones argentinas descritas abajo (1.3.2.), como también el bilingüismo guaraní-(castellano)-portugués en las regiones brasileñas descritas abajo (1.3.3.). En este sentido el ALGR documenta la situación lingüística de una zona que corresponde, grosso modo, al Paraguay colonial. Las dos lenguas coloniales que están en contacto con el guaraní, el castellano y el portugués, se denominan con el término común “lenguas románicas”.

La situación lingüística y cultural de Paraguay, particular y única en toda la América hispanohablante, debe su origen a los siguientes hechos de la historia colonial y pos-colonial: Primero, el número reducido de colonos españoles y otros europeos que llegó allí permitió a la gran mayoría de los indígenas conservar el uso de su lengua, el guaraní. En segundo lugar, la creación de las reducciones jesuíticas (siglos XVII y XVIII) y con ella el establecimiento de un régimen casi autónomo dentro de la Colonia española contribuyó también al mantenimiento del guaraní, la única lengua usada en las reducciones. Ese régimen fue conducido por los misioneros Jesuitas, aunque ellos fueran pocos frente al gran número de indígenas, todos hablantes de dialectos guaraníes poco diferenciados entre sí. Sin la identificación de la sociedad colonial con el guaraní ya a lo largo de todo el siglo XVI, cuando todavía no existía ninguna reducción, sería imposible la situación actual [1]. Aún hoy en día, las lenguas guaraníes que hablan los indios de ambos lados del Río Paraná, tanto en Paraguay, como en el Brasil y la Provincia argentina de Misiones, no difieren mucho unas de otras. Los actuales indios mbyá, chiripá (o ñandeva) y paĩ tavyterã (o caiová, kaiwá, cainguá) son descendientes de los que en la época colonial no pasaron a las mencionadas reducciones, sino que continuaron viviendo en sus tribus, en la selva. Los de las reducciones misioneras, siendo cristianizados, no sólo fueron alejados de sus tribus, de sus antiguas costumbres y creencias, sino que fueron “reducidos” también en su lengua. Los jesuitas, que aprendieron guaraní, crearon junto con ellos un lenguaje dialectalmente más o menos unificado y adaptado a ciertas costumbres y modos de pensar europeos (véanse al respecto Melià, 1969/2003 y Thun 2008).

Las primeras misiones creadas en la región de Guairá, en los actuales Estados brasileños de Paraná y Mato Grosso del Sur, fueron muy pronto abandonadas por causa de los constantes ataques de los bandeirantes paulistanos, aventureros de la región de San Pablo, que, procedentes del interior del Estado del mismo nombre, exploraban nuevos territorios para Brasil en busca de oro y esclavos indios a quienes vender en San Pablo. La multisecular competencia territorial entre Portugal y España por la extensión de sus colonias americanas dio como resultado una primera fijación territorial en el Tratado de Madrid y Lisboa de 1750. Este último dejó a Portugal no sólo los territorios de ambos lados del curso superior del Río Paraná, sino también el de las siete reducciones al lado oriental del Río Uruguay, o sea los que están ahora en Rio Grande do Sul (por ejemplo San Borja, Santo Ángel, San Nicolás, San Miguel, etc.), a cambio de la Colonia de Sacramento en Uruguay, decisión que, en las guerras de independencia causó nuevos y sangrientos conflictos. Los jesuitas, después de 1622, habían trasladado a sus indios al curso medio del Paraná, al Sur del Paraguay y a la región de la actual Provincia argentina de Misiones. Es allí que crearon sus reducciones.

Después de la expulsión de los jesuitas en 1768, pocos fueron los indios que huyeron a las selvas, antes de que los dominicanos se hicieran cargo de una parte de las antiguas reducciones. La mayoría se quedó en aquel momento allí, estaban acostumbrados a vivir en esos pueblos, era su casa. Las reducciones de la actual provincia argentina de Misiones fueron finalmente abandonadas, y sus restos destruídos en las guerras de independencia, sobre todo por parte de los brasileños. Los indios, ya bastante aculturados, en su mayoría no volvieron a la vida tribal, sino que se asentaron como agricultores en la región situada entre los ríos Paraguay y Paraná, mezclándose con los criollos de descendencia española de la región y manteniendo con ellos el uso de la lengua guaraní, también empleada entre la población rural ajena a las reducciones. Las reducciones paraguayas, sin embargo, que estaban entre los ríos Paraná y Tebicuary, que sirvió de frontera entre el territorio jesuítico y la provincia civil, tenían un régimen bastante parecido al de las misiones hasta 1848. Sus habitantes no se mezclaban con los mestizos y tenían bastante autonomía. La época de la independencia de las futuras naciones sudamericanas se caracteriza por las tentativas de las dos grandes potencias nacientes, Brasil y Argentina, de incorporar los territorios de la antigua provincia del Paraguay. Dejamos de lado aquí la problemática del Uruguay. Uno de los factores más decisivos para la creación de la situación cultural y lingüística del Paraguay actual y de toda la zona guaranítica lo constituye el ansia de independencia de los paraguayos y la larga lucha que debieron enfrentar para hacerse independientes tanto por parte del Brasil como de la Argentina.

Una de las características mayores de esta independencia es precisamente el uso de la lengua guaraní, lengua de la intimidad y de la solidaridad, junto al castellano más formal. Numerosas son las descripciones de la influencia recíproca entre ambas lenguas, influencia directa, material, e indirecta, semántica, tanto en el léxico como en la gramática y en la sintaxis (cf. de Granda 1988; Abadía de Quant/Irigoyen 1980; Morínigo 1989). Esta influencia es también la temática del ALGR. La hispanización del guaraní dificulta mucho la conversación entre un paraguayo de hoy y un indio mbyá o cayová [2]. La mutua comprensión sólo es posible cuando los indígenas se acomodan al guaraní criollo.

También en la Argentina actual observamos la continuidad de la población guaranihablante, sobre todo en la Provincia de Corrientes. Mientras que en Corrientes hay una continuidad desde la época de la Colonia, no la hay en Misiones. La Provincia de Misiones nunca fue poblada por europeos, ni en la época colonial – con la excepción de la instalación de la reducciones jesuíticas –, ni en la poscolonial del siglo XIX. Después de la expulsión de los jesuitas, parece que estos territorios fueron casi completamente despoblados hasta que, a partir de los años veinte del siglo XX y más tarde, fueran repoblados por imigrantes europeos y brasileños. Los pocos hablantes de guaraní que pudimos encontrar en esta región son todos descendientes de paraguayos emigrados en el siglo XX. Por otro lado, la Provincia de Formosa corresponde a un antiguo territorio paraguayo cedido a la Argentina en 1874, después de la Guerra de la Triple Alianza. Los hablantes del guaraní de la Provincia de Formosa son paraguayos recién emigrados o descendientes de paraguayos, y viven mayoritariamente en la zona oriental de la Provincia, entre la capital Formosa e Ibarreta. Esta zona del Chaco no es territorio tradicional de habla guaraní, sino de lenguas indígenas chaqueñas como el wichí y el toba; el guaraní se introdujo sólo después de la independencia de Paraguay.

Esta situación se comprueba también en el Norte de la Provincia de Entre Ríos. Los pocos conocedores del guaraní que pudimos constatar en toda la zona de San José de Feliciano son de origen correntino. Los entrerrianos “puros”, sin familiares en Corrientes, afirmaron que no sabían nada de guaraní, que no querían saber nada de ello y que ese era precisamente el criterio distintivo entre un correntino y un entrerriano. Otro criterio diferenciador entre correntinos y entrerrianos es el fonológico del mantenimiento, entre los correntinos, de la distinción entre /ʎ/ y /j/, el último realizado como africada palatal [dj] [3], mientras que los entrerrianos se caracterizan por la fonología rioplatense, es decir la fusión de /ʎ/ con /j/ y de la realización žeísta o šeísta de este único fonema.

Corrientes resulta, pues, ser el territorio clave del guaraní que se encuentra hoy día en territorio argentino. La parte de habla guaraní de la Provincia es principalmente la del Noroeste, a noroeste de los Esteros del Iberá, pero también en los márgenes meridionales de ellos, hasta Mercedes, Goya y los esteros del Río Corrientes situados entre Esquina y Perugorría. En la parte oriental, a orillas del Río Uruguay, donde antigüamente se encontraban reducciones jesuíticas en ambos lados del Uruguay, hoy la presencia del guaraní es menor y hasta escasa, como también en la franja situada al sur y al sureste. Esta repartición se explica probablemente por la falta de hablantes del guaraní a orillas del Río Uruguay a consecuencia de las numerosas incursiones por parte de los brasileños entre 1755 y 1822. Los habitantes, ciertamente guaraníhablantes en su mayoría, huyeron tanto de estas zonas como de las orillas del Río Paraná, lugares de incursiones de argentinos y brasileños. La mayoría ciertamente se refugió en el interior del Paraguay, pero una minoría probablemente se dirigió hacia los esteros del Iberá, que hasta hoy son lugar de refugio no sólo de indios y criollos monolingües en guaraní, sino también de individuos que allí encuentran su exilio, lejos de los ojos atentos de la policía y de la justicia. Pero entonces falta todavía saber si el guaraní llegó a las zonas donde hoy se habla, desde las misiones jesuíticas, después de su abandono, o desde el Paraguay, a principios del siglo XIX, o si la presencia del guaraní se debe en primer lugar a la existencia pre-colonial de guaraníes étnicos en la región occidental de Corrientes, con los cuales los refugiados de las zonas de conflictos armados se habrían unido y mezclado.

Las publicaciones existentes que se refieren, aunque vagamente, a este problema (cf. Cafferata Soto 1989, 9, quien habla de “alfarería cuñameé”) confirman la presencia de guaraníes, en época colonial, en el lado izquierdo del Río Paraná hasta la región de Esquina. El lado opuesto habría sido recorrido mayormente por pueblos chaqueños (guaycurúes y abipones) sin que esto excluyera su presencia también en la parte occidental de la actual Provincia de Corrientes. Más importante que la presencia de indígenas es, sin embargo, el hecho de que los jesuitas mantenían grandes estancias a orillas del Río Paraná, en los actuales departamentos de Goya, Esquina, Sauce y Curuzú Cuatiá (cf. Cafferata Soto 1989, Irigoyen 1994 s.v. Curuzú Cuatiá). Se puede suponer que en éstas se hablaba guaraní como se hablaba en las mismas reducciones. A esta tradición lingüística debió de agregarse el habla de los fugitivos de las reducciones, y así se mantuvo el guaraní en el campo, formándose con éste una variedad regional del guaraní jesuítico, ya que Corrientes fue separado de Paraguay, y el guaraní correntino, aislado de la lengua madre en Paraguay, quedó rodeado por el castellano de la nación argentina creciente.

Para el Brasil, véase abajo 1.3.3.

[1] Varios factores evidencian que el guaraní moderno, tanto el guaraní paraguayo como el guaraní correntino, no es simplemente la continuación del guaraní jesuítico, sino que tiene su origen más bien en el guaraní civil de los indígenas y mestizos que vivieron fuera de las reducciones. El origen del guaraní moderno merece todavía estudios profundizados.

[2] Hay que anotar, además, que el guaraní paraguayo no tiene mucho prestigio entre los indígenas, sino que se considera como un lenguaje impropio frente al te’ỹi ñe’ẽ, lengua indígena de los mismos indios, valoración ya observada por L. Bridgeman entre los cayová/kaiwá (Bridgeman 1981, 11).

[3] La realización [dj] se considera un fenómeno de influencia fonética del guaraní ya que, en el guaraní paraguayo, ésta es la realización de /j/, que es atestiguada desde el siglo XVIII y se observa también en las lenguas étnicas (chiriguano-izoceño [dj], mbyá [dj] en la Argentina y en Paraguay, [dZ] o [Z] en el Brasil).

1.2.1.     La metodología tradicional

Los atlas lingüísticos tradicionales, como el Atlas Linguistique de la France  (ALF) y el Sprach- und Sach-atlas Italiens und der Südschweiz (AIS), dado su peculiar enfoque teórico, no presentaban la totalidad de la realidad lingüística de su época y su región, sino sólo el saber lingüístico de los hablantes ancianos no migrantes de las áreas rurales, bajo el supuesto de que eran éstos quienes  conservaban las variantes fónicas y léxicas más antiguas de su lugar. El objetivo era sobre todo histórico. La geolingüística moderna, que se incorpora los avances de la sociolingüística, busca documentar la realidad lingüística completa, incluyendo todos los tipos de hablantes, de todas las generaciones, de ambos sexos, de todos los niveles socioculturales. No puede pasar por alto el hecho de que gran parte de las poblaciones modernas son poblaciones migratorias. Los migrantes tienen un papel todavía más importante en América del Sur que en Europa. El subcontinente sudamericano se caracteriza por la existencia de muchos países de gran extensión geográfica, de lenguas aparentemente uniformes. Sin embargo, la variación lingüística dentro de una misma lengua es evidente, y depende de la edad del hablante, de su nivel sociocultural, de las particularidades y tradiciones de la región en que vive o en que ha vivido, de las tradiciones de hablar de su sexo, de las experiencias pragmáticas que ha adquirido, etc. (véase también infra 1.5.1.).

1.2.2.     La metodología pluridimensional

El ALGR tiene por objetivo registrar la variación lingüística en las regiones que corresponden a la histórica zona guaranítica del Río de la Plata, es decir a la mayor porción de Paraguay moderno y las regiones limítrofes del Brasil y de la Argentina descritas abajo (1.3.). Se trata de la variación del bilingüismo guaraní-castellano de estas zonas, y del bilingüismo guaraní-portugués de la zona brasileña correspondiente, que incluye también el uso de lexemas del castellano (y no del portugués) en el contexto del empleo del guaraní. De este modo, se le agrega a la competencia en guaraní y portugués una competencia más, la del castellano. El ALGR, además de registrar la variación lingüística mencionada, tiene por objetivo complementario documentar también la competencia de los hablantes en cada una de las dos lenguas que forman el bilingüismo. En la realidad, no se trata de un bilingüismo equilibrado, sino de competencias más o menos desiguales, según el caso. Para poder medir la competencia en cada una de las dos (o hasta tres) lenguas, generalmente el foco no estaba en las simples partes del cuerpo, como ‘mano’, ‘brazo’ o ‘pie’, sino en conceptos más sofisticados o detallados, como la diferencia entre ‘párpado’ y ‘pestaña’ o ciertas deficiencias corporales como, por ejemplo, ‘legaña’, ‘orzuelo’, ‘bizco’ frente a ‘tuerto’, y también expresiones populares que manifiestan un manejo seguro y, sobre todo, creativo en la lengua respectiva como, por ejemplo, nombres humorísticos de la cabeza o de la nariz.

La variación encontrada en las diferentes competencias lingüísticas se enfoca a partir del guaraní. Esto quiere decir que las entrevistas se hicieron completamente en guaraní, y se pidieron en guaraní también las correspondencias léxicas castellanas o, dado el caso, portuguesas. Consecuentemente, los informantes fueron elegidos según su capacidad de seguir el interrogatorio en guaraní. Algunos casi monolingües en guaraní del interior del Paraguay y de Corrientes/Argentina no conocían gran parte de las correspondencias castellanas. En las zonas marginales del guaraní, sobre todo de la Argentina y del Brasil, donde los hablantes bilingües eran escasos, se aceptaron también informantes con pocos conocimientos del guaraní. Con ellos se hicieron encuestas reducidas a los datos personales, al fonetismo y a la lectura. No se hicieron encuestas sólo en castellano o portugués, es decir con personas que no entendían el guaraní. Hubo varios entrevistados que entendían más o menos el guaraní, pero lo hablaban poco y con dificultades.

1.2.3.     La variación lingüística

Hablando de la variación del guaraní tenemos que diferenciar el guaraní de los paraguayos del guaraní indígena o, en términos más exactos, de las diferentes formas del guaraní indígena (ava-guaraní, chiripá o ñandeva, paĩ tavyterã, kaiwá o caiová, mbyá y guarayu (chiriguano). La variación dentro del guaraní paraguayo se sitúa entre dos extremos ideales, el guaraní más o menos “puro”, poco influenciado por el castellano, el guaranieté o “guaraní por antonomasia” y el guaraní criollo o yopará (guar. jopara ‘mezcla’), que es un guaraní más o menos mezclado con el castellano. Este tipo de “mezcla” se define por el uso paralelo y suplementario de las dos lenguas sólo parcialmente adquiridas. Para los bilingües el guaraní puro (guaranieté) es un ideal que muchos no dominan, y el guaraní que alcanzan es una lengua suficiente y hasta rica para temas tradicionales, pero insuficiente para muchos conceptos de la vida moderna. La variación que existe dentro de cada guaraní indígena es ciertamente diferente, menos orientada hacia el castellano y más marcada por los estilos del habla sagrada y mítica que se distingue de diferentes registros de habla cotidiana [1]. La variación del castellano, por otro lado, se sitúa entre los extremos del español rioplatense no marcado, común de Paraguay, la Argentina y el Uruguay, y el castellano regional más o menos marcado por interferencias con el guaraní, el primero más disponible para los hablantes urbanos de la clase alta y menos para la gente humilde de las áreas rurales. Según el interlocutor y la temática, el hablante bilingüe suple con una lengua lo que no sabe o no quiere decir con otra. La característica del jopara es el cambio constante de una lengua a otra, es decir la costumbre de hablar con dos lenguas al mismo tiempo. Cada una de las dos lenguas sufre influencias dadas por la presencia constante de la otra. Esta variación se documenta en el presente atlas lingüístico.

El yopará no es ni una lengua mezclada, ni un sociolecto bajo, ni una lengua criollizada, ni un nuevo sistema lingüístico al lado del guaraní, sino que es el guaraní hablado, caracterizado por el frecuente “code-switching” del guaraní al castellano y del castellano al guaraní, sin que ninguna de las dos lenguas pierda sus estructuras morfosintácticas fundamentales. El yopará es un fenómeno del habla. Se ha vuelto una tradición discursiva compleja que se define por el uso de las dos lenguas, el guaraní y el castellano, o el portugués en el Brasil. Los motivos del pasaje de una lengua a la otra pueden ser diferentes. Dependen de la temática y de que se habla, del interlocutor con que se habla y de los recursos lingüísticos que presta cada lengua. Si, por un lado, pueden intervenir, en ciertos momentos, deficiencias objetivas y subjetivas en el conocimiento de una de las lenguas, en muchos casos el “code-switching” tiene razones estilísticas e identificatorias, es decir que es inducida por la voluntad del hablante, es algo que el hablante selecciona (véanse, para más detalles, Thun 2005 y Zajícová 2008, cap. 3).

1.2.4.     El guaraní indígena

El guaraní indígena (mbyá, ava-guaraní o ñandeva o chiripá, paĩ-tavyterã o cainguá o kaiwá, guarayo o tymãka o chiriguano) no es sólo diferente entre sí, sino que se distingue sobre todo del guaraní mestizo por sus tradiciones lingüísticas propias y el grado mucho menor de influencias castellanas o portuguesas. En el ALGR las respuestas registradas para los diferentes idiomas guaraníes indígenas – mbyá en ocho de los nueve puntos indígenas en total – tienen dos objetivos: por un lado, pueden mostrar el grado de adaptación al guaraní mestizo que presentan los indígenas, por el otro, manifiestan la autonomía de cada una de las lenguas en sus particularidades léxicas, un fenómeno normal en todas las lenguas del mundo. En muchos casos los informantes afirmaron conocer el modo de decir de los mestizos, subrayando que ellos suelen expresarse de otra manera. Desde un punto de vista comparativo, las soluciones indígenas pueden calificarse muchas veces como arcaicas frente a las mestizas. En algunos casos, por diferencias socio-culturales, los indígenas no ofrecieron ninguna respuesta. Esto aconteció con conceptos que les son muy ajenos como, por ejemplo, la ‘bofetada’ (cf. mapa 49).  El tri- y hasta cuatrilingüismo indígena (guaraní propio, guaraní mestizo y castellano y/o portugués) revela el grado de la integración de los individuos indígenas. En total, el guaraní indígena representa una ampliación preciosa y un complemento importante de nuestros conocimientos lingüísticos de la región.

1.2.5.    La metodología pluridimensional del ALGR

La metodología del ALGR es la de la geolingüística pluridimensional. Se observa la variación en todas las dimensiones siguientes:

  • diatópica: Se trata de la variación en el espacio geográfico, dada tanto en el guaraní tribal como en el guaraní criollo, el castellano y el portugués. Es la variación tradicional estudiada en la geografía lingüística.
  • diastrática: Se trata de la variación vinculada con la estructuración sociocultural de los grupos en cuestión. Distinguimos dos grupos socioculturales: la clase “alta” se define por una instrucción escolar superior a la de la escuela primaria e incluye también formaciones profesionales, y la clase “baja” por una instrucción reducida, que va del analfabetismo a la escuela primaria acabada, según el sistema anterior a la reforma de 1994, esto quiere decir hasta el 6º grado acabado. (Ahora la escuela primaria termina en el 9º grado).
  • diageneracional: Oponemos dos grupos de edades diferentes, la generación “joven” (de 15 a 36 años) a la “anciana” (superior a 50 años).
  • diasexual: Se trata de la variación lingüística que puede atribuirse a la diferencia social y cultural entre hombres y mujeres. Esta dimensión no se ha podido registrar en todos los puntos de exploración, sobre todo no en las regiones argentinas y brasileñas, donde los informantes bilingües eran mucho más escasos que en Paraguay.
  • diafásica: Se trata de la variación estilística y pragmática, muy compleja, que depende de factores como “interlocutor”, “tema”, “intención del hablante”, “situación” etc.

La dimensión diatópica se visualiza mediante los 72 puntos geográficos, 37 en Paraguay, 27 en la Argentina y 8 en el Brasil. En los mapas no se presentan formas reales, sino símbolos. En cada punto de exploración una cruz simboliza las dos dimensiones fundamentales, la diastrática y la diageneracional. Encima de la línea horizontal tenemos los dos grupos de la clase socio-cultural alta;  debajo, los de la clase baja. A izquierda de la línea vertical simbolizamos los dos grupos de la generación anciana; a su derecha los de la generación joven. La dimensión diasexual no aparece significativamente en este tomo del ALGR. Se expresa sólo en los mapas 42.1 y 42.2. En los demás casos, está incluida en los grupos de clase y edad ya que nuestro objetivo fue tener un número equilibrado de hombres y mujeres en todos los puntos de exploración. A pesar de todo, esto no fue siempre posible en la Argentina y el Brasil.

En cada punto de exploración la realidad lingüística se presenta mediante símbolos esféricos. Hay esferas llenas (esferas negras, luna nueva), esferas de tres cuartos, esferas medio llenas (media luna), esferas de un cuarto y esferas vacías (esferas en blanco, luna llena). En otro tipo de mapas (véase 1.4.4.d) hay uno, dos, tres o cuatro cuartos de esfera separados, además de la esfera en blanco. No utilizamos colores.

1.2.6.     Semántica léxica

Los conceptos léxicos que figuran en los cuestionarios y en este volumen del ALGR corresponden en gran parte a los del Atlas Diatópico y Diastrático del Uruguay (ADDU) y a los recientes atlas lingüísticos brasileños (ALPR, ALERS). Esto permitirá una visión de la extensión y distribución de un vocabulario relativamente homogéneo en gran parte del área geográfica rioplatense. Sin embargo, hablando específicamente del contacto lingüístico que aquí enfocamos, no se puede esperar que a cada concepto lexicalizado en una lengua corresponda una designación fija en la otra. He aquí un problema metodológico del que nos damos cuenta, especialmente en un atlas lingüístico bilingüe y hasta plurilingüe: Idealmente estamos en presencia de cuatro lenguas; a) el guaraní, b) el castellano (regional), c) elementos del guaraní en castellano, d) elemento castellanos en guaraní. En la realidad, no es siempre posible distinguir claramente estas cuatro “lenguas” ya que en la conciencia de los hablantes, en cierta medida, forman un continuo lingüístico. En principio, los hablantes saben distinguir entre a) y b), pero no en todos los casos, sobre todo cuando las lenguas se cruzan y fusionan. Se usa el término yopará (guar. jopara ‘mezcla’) para referirse a la realidad del habla guaraní que consiste en hablar guaraní, empleando el castellano allí donde el guaraní no está a disposición, sea por razones léxicas, sintácticas o culturales. El jopara del nivel del habla se establece en la norma, muy variada, del conjunto de los hablantes y forma un sistema lingüístico particular, al lado del guaraní puro. Por el otro lado, observamos algo parecido también en el caso del castellano, sin que este fenómeno tenga un nombre específico. Se suele hablar de castellano regional. En la realidad, el castellano regional de la zona guaranítica, además de caracterizarse por calcos sintácticos y semánticos del guaraní, emplea también, en menor o mayor grado, entradas del guaraní: allí donde el castellano del hablante no alcanza, se usa una u otra expresión guaraní.

Es interesante constatar que el portugués tiene un papel reducido en esta discusión. El portugués entra también en el habla de los hablantes bilingües de las zonas brasileñas, apareciendo donde el guaraní del hablante no alcanza. Pero hasta en estos casos el castellano está presente, de manera preponderante, en muchas expresiones y construcciones guaraníes ya que ésta fue la lengua de contacto de los antepasados de los hablantes actuales.

1.2.7.     Las relaciones encuestador –  informante

Tanto la lingüística descriptiva como la sociolingüística modernas son conscientes del carácter precario de la relación entre interlocutor-encuestador e informante. Según los parámetros establecidos en la lingüística de la variación, esta relación es caracterizada por la distancia. En nuestro caso, la distancia se dio no sólo porque generalmente el técnico encuestador era un extranjero que no hablaba el guaraní como lengua materna, sino también porque el grupo de encuestadores había llegado desde afuera y, a pesar de las precauciones, llevaba consigo la marca distintiva del mundo de las investigaciones universitarias, ajeno a la mayoría de los informantes. Tuvimos que tener presentes las posibles reacciones de los hablantes, generalmente inconscientes. Las preguntas del cuestionario, el gran número de conceptos léxicos a veces muy especializados, podían provocar un sentimiento de inferioridad en el informante. Las posibles reacciones fueron la timidez y el silencio, que llevaban a la negación del conocimiento de una palabra y, en cierto momento de la encuesta, a la afirmación aleatoria del conocimiento de uno u otro término, después de la negación de tantos otros. La habilidad del encuestador logró evitar algunas de estas reacciones, pero ello no siempre fue posible. El análisis de los datos recogidos fue realizado teniendo en cuenta esta problemática de la situación de la encuesta.

[1] Agradecemos a Lenka Zajícová (c.p.) la advertencia de la distinción necesaria entre las normas de las diferentes lenguas guaraníes indígenas y la norma del guaraní mestizo. Nos damos cuenta de que conviene absolutamente abandonar la idea sostenida en nuestros cuestionarios de que la variación del guaraní se extiende entre el ideal del guaraní puro de los indígenas y el guaraní paraguayo y correntino hablado, el jopara. El guaraní mestizo tiene una norma ideal de la corrección diferente de la del guaraní indígena.

Antes de iniciar los trabajos del ALGR no se conocían con precisión ni las diferencias dialectales dentro del territorio del bilingüismo guaraní-castellano ni la extensión geográfica de este bilingüismo, sobre todo fuera de Paraguay. En cuanto a Paraguay, sabíamos que el conocimiento del guaraní era la característica distintiva de la mayoría de los paraguayos, con la única excepción de ciertos grupos de inmigrantes, como coreanos, brasileños, menonitas etc., pero no se sabía nada concreto sobre la existencia de dialectos del guaraní dentro de Paraguay, ni sobre las diferencias diastráticas y diafásicas en el campo, en las regiones semiurbanas y en las ciudades. Muy escasos eran, además, los conocimientos sobre las características del castellano hablado en los tres tipos de zonas socio-geográficas.

Mucho menos se sabía sobre la extensión del habla guaraní en la Argentina. Se pensaba generalmente en Corrientes y Misiones, se hablaba también de la existencia de ciertas formas del guaraní en Santa Fe, pero no sabíamos nada en concreto sobre esta provincia, ni sobre Chaco, ni sobre Formosa. En cuanto al castellano hablado en el Nordeste argentino, ¿cuáles eran sus características más allá de las influencias fonológicas, gramaticales, sintácticas y léxicas del guaraní?

Aun menos conocida era la realidad lingüística de esta región del Brasil en cuanto a la existencia y extensión de restos de la tradición del guaraní jesuítico al otro lado de los ríos Paraná y Uruguay, de un bilingüismo guaraní-portugués, y con respecto al papel del castellano en aquellas zonas brasileñas.

1.3.1 – Paraguay

En Paraguay, el guaraní, oficializado desde 1992, es enseñado, junto al castellano, en las escuelas primarias y comienza a ser enseñado también en muchas escuelas secundarias. Existen libros de enseñanza para los nueve primeros grados (véanse los detalles en Zajícová 2008). Todos los paraguayos, a no ser que sean menonitas o integrantes de grupos de inmigrantes recientes, entienden algo del guaraní, la gran mayoría lo habla, menos en la capital que en el campo. En Asunción y en la región semiurbana, la clase social alta lo habla menos: muchos ancianos, porque no gozaron de ninguna forma de enseñanza de guaraní en su juventud, muchos jóvenes, porque no se habla guaraní ni en su casa ni en sus lugares de trabajo. En el campo casi todos hablan guaraní, por lo menos en casa, con los vecinos y compañeros de trabajo. Estos, en cambio, presentan deficiencias en el castellano, siendo unos casi monolingües en guaraní, y hablando otros un castellano extremamente reducido e influenciado por el guaraní. El castellano característico de los paraguayos de todas las regiones y capas sociales, con ciertos modismos comprensibles sólo para quien conoce el guaraní, es un problema general, que mecerería mucho más atención en la enseñanza de las escuelas. Es un fenómeno multiforme, constitutivo del habla de la gente humilde, tanto en el campo como en la ciudad, pero existente, en cierta forma, también en la clase superior de la capital.

Hemos fijado 37 lugares de encuestas, generalmente las capitales de los departamentos (sólo en Caaguazú no hemos escogido la capital Coronel Oviedo, sino la villa de Caaguazú) y, además, una localidad rural por departamento. En el caso del Departamento Central, hemos establecido dos lugares en Asunción, Centro y Tacumbú. Además, hemos explorado cuatro lugares indígenas adicionales (B3i, I2i, KN3i, SP3i, todos mbyá salvo el primero), además de que en el departamento de Caaguazú la localidad rural es indígena (KU2i, mbyá). Así, en total tenemos cinco lugares indígenas, cuatro de mbyá y uno de ava-guaraní y guarayo/chiriguano (B3i).

1.3.2.      La Argentina

La Argentina heredó su zona de bilingüismo guaraní-castellano de gente no indígena desde la época de las Guerras de Independencia. Al momento del abandono de las reducciones por los jesuitas, en 1768, gran parte de los guaraníes aculturados huyó de las reducciones situadas en el Oeste de la actual Provincia de Misiones y en ambos lados de Río Uruguay para reunirse con los guaraníes no “reducidos” y los vaqueros y criadores de caballos que vivían en las estancias que existían en la parte occidental de la actual Provincia de Corrientes, entre los Esteros del Iberá y las riberas del Paraná, tanto del lado correntino como del chaqueño y santafesino. Así se formó el guaraní correntino de hoy, que es el único dialecto guaraní destacado e independiente del vecino paraguayo. Las diferencias, a nivel fónico, morfológico y léxico, son patentes. Está vivo hoy en día en la región campesina del noroeste (región de Goya, Bella Vista, Empedrado, San Roque, Mburucuyá, Caá Catí, Santa Rosa, Concepción o Yaguaretecorá), mientras que es débil al este del Iberá, a orillas del Río Uruguay (Santo Tomé, Alvear, Paso de los Libres, Monte Caseros, Mocoretá). Hay pocos hablantes en las zonas marginales del Sur (Esquina, Sauce), algunos más en la región de Mercedes, Perugorría, muy pocos en Corrientes capital. En el norte de la provincia, entre San Miguel e Ituzaingó, hay hablantes casi monolingües en guaraní en el campo, pero generalmente hablantes de castellano en los centros urbanos, con sólo algunos recuerdos del guaraní. En total hay pocos hablantes de guaraní. No hicimos estadísticas. No podemos decir cuántos hablantes bilingües hay en Corrientes, mucho menos cuando uno se da cuenta de que el número podría variar según la definición que se da de un hablante bilingüe, visto los muy diferentes grados de bilingüismo que hay.

Al sur de límite provincial, en la Provincia de Entre-Ríos, no hemos encontrado hablantes bilingües guaraní-castellano. Sólo algunos, entrevistados en San José de Feliciano (ER1), en el norte de esta provincia, tenían algunos recuerdos del guaraní, hablaban un guaraní muy reducido, ya que tenían familia en Corrientes o habían vivido antes en un centro urbano de la Provincia de Corrientes. Pasada la frontera que forma el Río Uruguay con el Brasil, no se encuentra ni siquiera un recuerdo del guaraní. En São Borja, que está prácticamente al otro lado de Santo Tomé y en Itaqui (Rio Grande do Sul, Brasil), al otro lado de Alvear, no encontramos ni un hablante de guaraní. Y si hubiera uno que no hemos identificado, no representaría una comunidad de hablantes. En las zonas marginales de Corrientes, donde el guaraní se está perdiendo, muchas personas se encuentran en una situación de hablantes aislados, que no tienen muchas ocasiones para conversar en guaraní ya que no hay una cantidad suficiente de hablantes. Hablan guaraní raras veces en el mismo lugar; tienen esa oportunidad cuando viajan a otros lugares o reciben la visita de familiares guaraní hablantes de otros lugares.

La situación parece que no ha cambiado desde la oficialización del guaraní en 2004. Los hablantes de más de cincuenta años de edad manifestaron muchos recuerdos de la época del desprecio del guaraní y de la clandestinidad de su uso, limitado únicamente a la casa y la reunión de amigos, época que duró hasta los años sesenta del siglo pasado. Estos hablantes eran difíciles de detectar y convencer a aceptar la encuesta. La postura general de lugares como Santo Tomé (CO3), Esquina (CO4), Sauce (CO5), Perugorría (CO6) y Alvear (CO7) era la de la disimulación. Quienquiera que se interrogaba sobre conocimientos de guaraní negaba saber algo, diciendo que, lejos del lugar, en el paraje tal, se encontraban hablantes. En el paraje mismo se repetía el mismo juego, que aquí no, pero más adelante conocían a algunos hablantes. Al final, el explorador paraguayo, Lic. Mario Bogado, usaba sus artimañas contando un chiste en guaraní y, generalmente, el interlocutor sonreía, revelando así su capacidad de entender el guaraní hablado, no sin protestar y desestimar sus conocimientos. En esta situación, los hablantes no abundan en las regiones marginales. En los lugares mencionados no fue posible hacer la exploración completa, con informantes masculinos y femininos de todos los grupos sociales. Ni siquiera fue posible encontrar todos los grupos. Generalmente faltan hablantes jóvenes (Ca en CO4 y CO7, Cb en CO3 y CO5). Escogimos 10 lugares de encuesta en la Provincia de Corrientes para establecer con la máxima exactitud las fronteras del bilingüismo guaraní-castellano y la situación sociolingüística de esta importante región                                                                                                        

En cuanto a bilingüismo guaraní-castellano, la Provincia del Chaco es una extensión histórica de Corrientes. Los hablantes bilingües de esta provincia son inmigrantes correntinos o sus descendientes. Hablan el tipo de guaraní típico de Corrientes. La presencia del guaraní se encuentra en la mitad oriental de la provincia, en varios de los municipios, sin que hayamos podido hacer un rastreo completo. La parte central y occidental de la provincia se caracteriza por la presencia de núcleos de indígenas wichí, toba y mocoví. Al oeste de una línea que va de Castelli (CC3) a Villa Ángela (CC4) no hay una presencia notable de hablantes de guaraní y castellano. Incluso en la parte oriental los hablantes no abundan, de modo que no fue posible hacer la exploración completa con ambos sexos en todos los grupos sociales. Hemos fijado cuatro lugares de exploración en Chaco (CC1-CC4).

Al sur, la zona del bilingüismo guaraní-castellano se pierde en el nordeste de la Provincia de Santa Fe. En Villa Ocampo (SF1) encontramos no más de dos grupos para hacer la exploración completa. Con informantes de dos grupos más así como en Reconquista (SF2), al otro lado de Goya, Corrientes, sólo fueron posibles exploraciones reducidas ya que no se encontraron hablantes capaces de hacer la entrevista completa en guaraní. Hay recuerdos del guaraní hasta en la capital Santa Fe: la gente conoce palabras sueltas, modismos, expresiones, pero no tiene conocimientos suficientes para expresar sus ideas en guaraní.

La Provincia de Formosa es una extensión histórica de Paraguay. Después de la Guerra de la Triple Alianza, en 1874, esta zona fue incorporada a la Argentina para formar una nueva provincia. El tipo de guaraní que allí se habla es el paraguayo, aunque, en la actualidad, pocos hablantes tienen todavía conexiones familiares con Paraguay. Como en las demás provincias del Nordeste argentino, se trata de una minoría que conserva el bilingüismo guaraní-castellano por tradición familiar. Hay presencia del guaraní en la parte oriental de la provincia, en una zona delimitada por una línea que va de Espinillo a Comandante Fontana, pero esta presencia es sólo esporádica hasta Las Lomitas (FO4). Cuatro lugares de encuesta han sido fijados.

Misiones, que debe su nombre a las antiguas Reducciones jesuíticas, establecidas en las orillas de los ríos Paraná y Uruguay, ha perdido la tradición del guaraní debido a la despoblación completa de la región en la época de la Guerras de Independencia y a su repoblamiento, a partir de inicios del siglo XX, por inmigrantes europeos, polacos, ucranianos y alemanes. Los que hoy en día hablan guaraní son imigrantes paraguayos o sus descendientes. Si fue posible encontrar un representante de cada uno de los grupos sociales en la capital de la Provincia, Posadas, esto no fue posible en los demás lugares de encuesta. Capiový (MN2i) y Panambí (MN7i) son puntos indígenas (mbyá), además de ser lugares de inmigrantes alemanes, polacos y ucranianos. En Aristóbulo del Valle (MN3), Monte Carlo (MN4), El Dorado (MN5) y Wanda (MN6) hay poquísimos hablantes bilingües, lo mismo en Bernardo de Irigoyen.

Buenos Aires es, como San Pablo y Nueva York, un gran centro de la emigración paraguaya y, de ahí, del bilingüismo guaraní-castellano. Este fue el motivo de hacer exploraciones suficientes en por lo menos cuatro barrios del Gran Buenos Aires (BA1-4), ya que no era posible, por falta de tiempo, recursos y fuerzas físicas, hacerlas en todos los núcleos importantes de la emigración paraguaya en el mundo. Aunque no fuera posible tampoco hacer cálculos seguros sobre el número de bilingües guaraní-castellano en Buenos Aires pensamos que debe sobrepasar los cien mil hablantes. Los paraguayos o descendientes de ellos viven generalmente en comunidades que tienen tanta conexión entre ellos que pueden comunicarse regularmente en guaraní.

El ALGR presenta, pues, 27 puntos de exploración en territorio argentino.

1.3.3.     El Brasil

En el Brasil, no ha quedado nada de la tradición jesuítica al sur del Río Paraná, es decir en los estados de Paraná, Santa Catarina y Rio Grande do Sul. El centro y el noroeste de Paraná, abandonado después de la retirada de los jesuitas en 1632, fue poblado y colonizado por parte del Brasil independiente sólo a partir de los años 1880: Foz do Iguaçu 1888, Guaíra 1902; algunas partes sólo a mediados del siglo XX: Maringá 1947, Umuarama 1955. En 1883 todo el territorio occidental de Paraná y el Sur de Mato Grosso do Sul fue cedido por parte del emperador del Brasil al brasileño Thomaz Laranjeira para la explotación de la yerba mate. La inmensa Compañía Mate-Laranjeira, situada en territorio brasileño, lejos de las instituciones políticas brasileñas, empleaba exclusivamente paraguayos, que naturalmente hablaban guaraní y castellano. Esta extensión efectiva del Paraguay en el Brasil duró hasta la época de Getúlio Vargas, quien, hacia mediados del siglo XX, aseguró la presencia brasileña con la instalación de centros de administración civil y militar. Con estas medidas hizo desaparecer, al mismo tiempo, el guaraní y el castellano, que cedieron el paso al portugués.

En los lugares de frontera de Paraná con Paraguay, Foz do Iguaçu y Guaíra, donde el guaraní se conservaba en plena forma hasta 1945, hay hablantes sueltos, varios con conocimientos reducidos de guaraní, pero ya no hay una comunidad de hablantes. Más adentro ya no hay hablantes del guaraní, como pudimos comprobar en Guaraniaçu, Cascavel, Palotina, Toledo, Umuarama. Fijamos dos puntos de exploración (PR1 y PR2i [mbyá]). No fue nuestra intención incluir todos los núcleos guaraní hablantes indígenas (mbyá y otros) del sur del Brasil, sino sólo algunos de aquellos que se encuentran en el territorio del bilingüismo guaraní mestizo y portugués.

Al norte del Río Paraná, en el estado brasileño de Mato Grosso do Sul se ha extendido una zona de bilingüismo guaraní-portugués que incluye el castellano en muchos casos, de modo que se puede hablar de un bilingüismo guaraní-castellano-portugués. Esto se debe a la emigración de paraguayos, mayormente de la zona central de San Pedro y San Estanislao, que tuvo lugar en la primera mitad del siglo XX. Esta zona comprende el territorio situado al oeste de una línea que va de Guaíra a Naviraí e Ivinhema, en la parte meridional del Estado, hasta la Capital Campo Grande. Incluye lugares como Iguatemi, Amambai, Ponta Porã, Caarapó, Dourados, Fátima do Sul, Juti y Jateí. El límite septentrional aproximado va de Campo Grande, pasando por Aquidauana a Corumbá, dejando el Pantanal al norte y abarcando toda la región de Porto Murtinho, Bela Vista, Maracajú y Río Brilhante. Fijamos cinco puntos de exploración (MS1-5).

En casi todos estos centros hay clubes de la “colonia paraguaya”, cuyos miembros se reúnen los fines de semana para preparar y comer comidas típicas paraguayas, escuchar música paraguaya y hablar guaraní. Durante la semana, muchos no tienen con quien hablar guaraní, ya que los cónyuges brasileños generalmente no lo hablan. Algunos “brasiguayos” viajan regularmente a Paraguay porque allí tienen parientes o hacen sus negocios, otros no tienen los recursos económicos o no tienen ya familia. Para la generación anciana, los conocimientos del guaraní están ligados a los del castellano, casi no mezclan palabras portuguesas en su discurso guaraní. Para los jóvenes, esta situación depende de los contactos que tengan con Paraguay. En cuanto a elementos portugueses incorporados al discurso guaraní hay un fenómeno fonético interesante: lexemas portugueses, como fazenda ‘estancia’ o feijão ‘poroto’, con fricativas dento- y palato-alveolares sonoras, son guaranizadas (¿o castellanizadas?) en sintagmas guaraníes por la desonorización precisamente de estas fricativas: [fa’sẽnda], [fe’SŒ̃Ã], mientras que los mismos hablantes mantienen perfectamente las sonoras en su discurso portugués [fa’zẽnda], [fe’ZŒ̃Ã].

En Santa Catarina (Brasil) no hay grupos de hablantes bilingües guaraní-portugués, ni tampoco en Rio Grande do Sul. Sin embargo, fijamos un solo punto de exploración indígena (mbyá) de control, São Miguel das Missões (RS1). En total, el ALGR presenta 8 puntos de exploración en territorio brasileño.

1.4.1. Los cuestionarios

Se elaboraron cuestionarios distintos para las zonas del bilingüismo guaraní-castellano y guaraní-portugués. La parte en guaraní es idéntica en ambas versiones. Para la zona del contacto guaraní-hispánico se utilizó el Poranduty avañe’ẽ ha karaiñe’ẽme/Cuestionario guaraní-castellano, Maguncia 1992, Kiel 21995, 31997, 41999, 52000, 62002; para la zona de contacto guaraní-portugués el Poranduty avañe’ẽ ha Brasil ñe’ẽme/Questionário guaraní-português, Kiel 1997, 22001. Con las experiencias crecientes se hicieron varias ediciones mejoradas en el sentido de la eliminación de preguntas repetidas, de variantes sugeridas que no correspondían al significado pedido, de preguntas equívocas, y de la inserción de términos que sin duda faltaban. Tuvimos que aprender, por ejemplo, que los verbos dizer ‘decir’ e perder-se ‘perderse’ no se usan en el portugués regional de nuestra zona de exploraciones en el Brasil, sino que se prefieren falar ‘hablar’ (y ‘decir’) y sumir-se ‘extraviarse’ en lugar de desaparecer o perder-se. Les molestaba a los informantes el uso de estos verbos de la lengua estándar por parte del encuestador, que les pedía traducir ciertas proposiciones prefabricadas del guaraní al portugués.

Los cuestionarios tienen varias secciones con un total de unas 400 preguntas básicas. Muchas de las preguntas tienen varias subcategorías, variantes semánticas (sinónimos) en guaraní y en castellano o, dado el caso, en portugués. Así, este mismo tomo del “léxico del cuerpo humano y deficiencias corporales” comprende 375 preguntas (términos) particulares. Las secciones que integran los cuestionarios son las siguientes:

a) Datos estadísticos del informante y de su lugar de residencia

b) Fonética y fonología (vocalismo y consonantismo del guaraní)

c) Léxico:

1) el cuerpo humano y deficiencias corporales

2) parentesco y amistad

3) colores

4) orientación en el espacio y fases del día y de la noche

d) Sintaxis:

1) complementos locativos en guaraní – equivalencias en castellano/portugués

2) pronombre de objeto directo en castellano/portugués

3) fenómenos variados

e) Conversación dirigida

f) Lectura: Texto bíblico (S. Lucas, cap. XV, 11-32, en guaraní y en castellano o, respectivamente, en  portugués).

La numeración de las preguntas se documenta en cada mapa. Se ha mantenido la numeración original, pero el subcapítulo “cabeza” de la parte c1 (léxico del cuerpo humano) ha sido insertada en la numeración general, aprovechándose varios números que no han sido realizados en las encuestas. Esto se justifica por el deseo de no repetir varios tópicos que se repiten en el cuestionario. Sólo en el caso de la pregunta 21c, “c” se refiere explícitamente al subcapítulo “cabeza”. Como ya se dijo, no se han representado en mapas todos los números de los cuestionarios.

1.4.2. Las lenguas utilizadas

La lengua de la descripción lingüística y de todos los comentarios es el castellano. Los comentarios en guaraní dados por los informantes van acompañados de su traducción en castellano. 

1.4.3. Representación geográfica

Los mapas comprenden el área geográfica de la zona del bilingüísmo guaraní-castellano, respectivamente guaraní-portugués. Por razones prácticas no aparece el extremo noroeste del Chaco paraguayo, donde no hay más puntos de encuesta. Tampoco cabe en el mapa básico del ALGR el punto MS5, Campo Grande, capital del Estado de Mato Grosso do Sul brasileño, situado a 225 kms al norte de MS4, Dourados. La localización de MS5 se simboliza mediante una flecha, al lado de MS4.  El punto geográfico de Buenos Aires, capital federal de la República Argentina, a 608 kms al sur de San José de Feliciano, nuestro punto meridional extremo (ER1), no cabe tampoco en el mapa básico del ALGR. Los cuatro puntos distinguidos en Buenos Aires se simbolizan en una columna vertical, en la parte inferior izquierda de los mapas.

1.4.4. Problemas de semántica

En la mayoría de los casos contraponemos mapas que se refieren a un concepto en guaraní a los mapas castellanos correspondientes. Cada número representa un concepto, que generalmente es idéntico a una pregunta del cuestionario. La serie de mapas que corresponde a un número de preguntas empieza con la(s) correspondencia(s) en guaraní, en la medida en que existen términos que se corresponden en cada lengua. Algunas veces hay un mapa o mapas que se refieren sólo a una de las tres lenguas. El portugués aparece al final de cada serie cuando es necesario documentar lexemas portugueses que no tienen correspondencia formal y semántica inmediata en castellano. En estos casos presentamos pequeños mapas de la zona bilingüe brasileña (partes de los estados de Mato Grosso do Sul, Paraná y Rio Grande do Sul). Lógicamente, en varios de estos casos dejamos vacías (“sin resultado”) las respuestas virtualmente en castellano de los informantes brasileños en los mapas castellanos inmediatamente precedentes.

En cada mapa, arriba a la derecha, se indica la lengua a la que se refiere el tema. El título indica la temática del mapa, completado por la pregunta del cuestionario. La pregunta se da primero en la lengua de la temática, después en la segunda lengua (guaraní o castellano); en los mapas del portugués del Brasil se indica la pregunta en portugués y en guaraní. La leyenda indica y explica los símbolos utilizados. En caso de que el lugar reservado para la leyenda no sea suficiente, la misma se explica con más detalles en el comentario que se encuentra en la parte inferior de los mapas, a la derecha. El comentario describe el significado de los términos en guaraní que se mencionan, el uso lingüístico de los informantes indígenas (generalmente mbyá, pero también avá (chiripá, ñandeva) y guarayo (chiriguano) y de los criollos bilingües de la zona de investigación. Comentarios más extendidos aparecen en hojas separadas.

1.4.5. Tipos de mapas

Distinguimos cinco tipos de mapas:

a) Mapas particulares, que se refieren a un solo lexema. 

b) mapas de coocurrencia selectiva, que oponen uso, preferencia y/o significado de varios lexemas más o menos sinónimos

c) mapas fenotípicos que permiten una sinopsis de cuatro “sinónimos” o tipos de “sinónimos”. Estos mapas simplifican radicalmente la realidad lingüística de un lugar por la reducción de los cuatro grupos de informantes a uno solo. Este tipo de mapa responde a la pregunta de si por lo menos un informante del lugar conoce el lexema x. Una sola respuesta positiva se marca con un punto en negro; una totalidad de respuestas negativas con un punto en blanco.

d) mapas de coocurrencia total, que permiten una visión global de los cuatro lexemas o tipos de lexemas tomados en consideración, indicando todas las combinaciones posibles de respuestas positivas. Los cuatro lexemas o tipos de lexemas o conceptos se agrupan alrededor de las cuatro porciones de una circonferencia, el más frecuente o más general se ubica en la parte de la esfera del reloj que va de las doce a las tres, siguiéndole los “sinónimos” más específicos en el sentido de las agujas del reloj. Si hubiera más de cuatro lexemas ocurrentes, éstaos se presentan en una pequeña serie de mapas. Este tipo de mapa representa el máximo de lo que la metodología pluridimensional permite. No se da, generalmente, una impresión diatópica, diastrática y diageneracional clara. La ventaja de este tipo de mapas es la información pormenorizada de cada grupo en cada punto. Esta información está comprendida también  en la estadística general que aparece abajo a la izquierda del mapa.

e) pequeños mapas del portugués brasileño ya descritos arriba (1.4.2.).

Para la estructura y el uso de los mapas, véanse las instrucciones abajo (1.8.).

1.4.5. Procesamiento de datos

El procesamiento de los datos recogidos se hace según el criterio de la mejor respuesta “positiva”. Esto quiere decir que, si, en un grupo de informantes de la misma categoría (edad, clase social, eventualmente sexo), hay respuestas diferentes, se elige la respuesta positiva, aunque sea la única dentro del grupo, para que aparezca en el mapa. El grado “positivo” de la respuesta, según la pregunta, se refiere normalmente al conocimiento y/o uso de un término léxico o de una construcción sintáctica. Cuando, por ejemplo, se pregunta por el conocimiento y/o uso de guar. hesavã o cast. bizco, la respuesta “positiva” es la del/ de la informante que confirma el uso o conocimiento de la palabra en cuestión. Si por lo menos uno de los informantes del grupo – caso que hubiera un grupo de informantes de la misma categoría – confirma la pregunta, se eligirá esa respuesta. Las demás respuestas negativas entran en el comentario del mapa, comentario que se refiere al uso mayoritario de una región, de una clase social y/o de una generación determinada.

1.4.7. Las estadísticas

Las estadisticas dadas en cada mapa se basan en un máximo de 261 grupos explorados, equivalentes a 100%. En los 72 puntos explorados en total tenemos entre uno y cuatro grupos sociales, en total 261. Distinguimos dos tipos de estadísticas. En los mapas particulares y los de coocurrencia selectiva, para cada tipo de respuesta posible y para cada grupo social (CaGII, CaGI, CbGII, CbGI) se indica el porcentaje de ocurrencias, contando la base documental como 100%. Aunque la base documental sea, por ejemplo, de 84,29%, correspondiendo a 220 grupos explorados, el cómputo se realiza a partir de los 100%, es decir, en este caso los 84,29% equivalen a 100%, de modo que la base estadística sea igual en cada mapa. 

En los mapas fenotípicos, sólo se indica el porcentaje de ocurrencias y ausencias del término respectivo en los puntos explorados, tomando como base la ocurrencia de por lo menos una respuesta positiva en todos los grupos sociales. Como en los demás tipos de mapas, la base documental real se valoriza 100%, es decir como el máximo posible.

En los mapas de coocurrencia total, se indica, sobre la misma base máxima de los grupos, el número de respuestas positivas o negativas. En las respuestas positivas se distinguen las que se refieren a uno, dos, tres o cuatro términos conocidos.

 — excluido??? —

1.6.1. El Atlas Guaraní-Románico se concibió como proyecto común de las cátedras de lingüística románica de las Universidades de Mainz/Maguncia, a partir de 1993, de Kiel (Harald Thun) y de Münster (Wolf Dietrich). En Mainz se estaba elaborando el Atlas Diatópico y Diastrático del Uruguay (ADDU) bajo la dirección de Harald Thun y Adolfo Elizaincín (Universidad de la República, Montevideo). En base al cuestionario establecido para las exploraciones que se realizaban en el Uruguay, se hizo un cuestionario bilingüe, guaraní-castellano y, más tarde, guaraní-portugués, para hacer exploraciones en una red de puntos que se debía fijar después de exploraciones preliminares. Los autores de la primera edición del cuestionario del ALGR fueron Harald Thun y sus colaboradores paraguayos, Lic. Mario Bogado (Asunción y Mainz, después Kiel) y Lic. Almidio Aquino, entonces director del IDELGUAP (Instituto de Lingüística Guaraní del Paraguay, Asunción), después lector de castellano y guaraní en la Universidad de Kiel.

En octubre de 1992 Harald Thun, Wolf Dietrich y Mario Bogado hicieron un primer viaje de exploración a Paraguay y la Argentina. Llevaron a cabo primeras encuestas en Asunción (CL1), Villarrica (G1), Yataitý (Jataity, G2), Encarnación (I1), Posadas (MN1), Capioví (Kapiovy, MN2) y Corrientes (CO1), haciendo las primeras experiencias relativas a la situación del bilingüismo, tan diferente en ambos países y tan multiforme en un solo país, Paraguay, con sus diferencias entre ciudad y campo, entre diferentes capas sociales, generaciones, etc.

Después de una reelaboración del cuestionario, adaptado ya a las necesidades y posiblidades de la zona guaranítica, y del cambio del lugar de trabajo de Harald Thun, de Mainz a Kiel, se establecieron dos grupos de exploradores, uno radicado en el Romanisches Seminar (Instituto de Filología Románica) de la Universidad de Kiel (primero Almidio Aquino, después Martín Ramírez como encuestadores, Harald Thun como técnico), otro en el Romanisches Seminar de la Universidad de Münster (con Mario Bogado como encuestador y Wolf Dietrich como técnico). El grupo de Kiel comenzó con un primer viaje a Paraguay en 1995. A partir de 1996 hubo exploraciones regulares y sistemáticas de ambos grupos desde Alemania, no subvencionadas, generalmente una vez al año, entre agosto y octubre. El punto de partida fue en todos los casos Asunción. En los primeros años, el grupo de Kiel se concentró en Paraguay, mientras que el de Münster exploraba los lugares de Argentina y, más tarde, de Brasil.

1.6.2. Desde los primeros años se establecieron vínculos oficiales con instituciones paraguayas. El ya mencionado IDELGUAP, que tenía y sigue teniendo dependencias en todo el país, hasta en los rincones más alejados, fue de gran ayuda para la selección de informantes y la asistencia en las visitas a escuelas rurales. En 1994 se firmó un contrato de asesoría mutua con la Facultad de Lenguas Vivas (FALEVI) de la nueva Universidad Evangélica del Paraguay en Asunción, cuyo decano era Almidio Aquino.

El Ministerio de Educación y Cultura (MEC), de Asunción, se interesó en nuestro trabajo desde el principio. Hubo varios contactos e intercambios de ideas y experiencias durante esos años, sobre todo con la Directora de Desarrollo Educativo, María Gloria Pereira Jacquet, y con la Dra. Hedy Penner, de la Universidad Católica de Asunción.

A partir de 1999, el proyecto fue financiado por la Deutsche Forschungsgemeinschaft (DFG; Asociación Alemana de las Investigaciones Científicas). El responsable del proyecto frente a la DFG fue Wolf Dietrich, con sede en Münster. Gracias a la ayuda dos veces renovada se pudieron contratar dos colaboradores científicos, el hispanista Dr. Haralambos Symeonidis, de Münster (de 1999 a 2007), ahora profesor adjunto de la Universidad de Kentucky, en Lexington, EE. UU., y la Lic. Ruth Mariela Mello-Wolter, paraguaya de Concepción y Asunción (de 2000 a 2006). Se pudieron contratar además tres o cuatro ayudantes estudiantiles, uno en Kiel y dos o tres en Münster. A partir de 2002, la dupla Mello-Wolter, como encuestadora, y Symeonidis, como técnico, formó un tercer grupo autónomo de exploradores que realizó varios viajes de campaña desde Münster. Todas las encuestas se terminaron en 2004. A partir de 2004 se intensificaron los trabajos de análisis, procesamiento de datos y elaboración de mapas. A partir de 2007, debido a la falta de un financiamiento continuado,  Wolf Dietrich quedó como único elaborador del ALGR, con la ayuda del doctorando Guido Kallfell y la intermitente, en las semanas de vacaciones, del nuevo director Haralambos Symeonidis. Con Kiel continuaron los contactos de dirección general y de asesoramiento  técnico.

1.6.3. Las colaboradoras y colaboradores estudiantiles de Münster de los primeros años fueron Jan Badurczik, Astrid Berger, Katharina Bonhaus, Dorothee Pohlmann, Sandra Sánchez-Münninghoff, Birte Uhlig. En la segunda fase, a partir de 2003, el nuevo grupo fue integrado por Verena Böckmann, Johanna Elsässer, Guido Kallfell, Antje Kleine-Wiskott y Kerstin Schade. Todos, además de conocer bien el castellano, aprendieron el guaraní, en diferentes grados de perfección, para hacer bien su trabajo.

Cuando nació la idea de hacer un atlas lingüístico de la zona guaranítica, el iniciador, Harald Thun, era todavía catedrático de Maguncia/Mainz. Las personas que integraban su grupo de trabajo, los paraguayos Mario Bogado, y su sucesor Almidio Aquino, se trasladaron a Kiel en 1994, siguiendo a su maestro en el momento de ser él llamado a tomar el cargo de la Universidad de Kiel. El sucesor del Lic. Almidio Aquino, en su función de lector de castellano y guaraní (1994-2000) fue el paraguayo Lic. Martín Ramírez Machuca, en la misma función (2000-2006); además, integraron el grupo la Dra. Johanne Peemöller, el Dr. Andreas Harder, quien nos resolvió muchos problemas técnicos, y Etienne Kachlicki †, quien logró establecer no sólo el mapeo electrónico mismo, sino también la posibilidad de producir los mapas a partir de las respuestas preparadas. Mencionamos también a las colaboradoras estudiantiles, Beate Keller, Maren Schäfer y Claudia Fabiano, y a Franz Goertzen, menonita paraguayo, becario en Kiel en 1999 y 2000, quien hizo algunas de las exploraciones en el Chaco paraguayo. Agradecemos a todas y a todos su entusiasmo, su empeño y su confianza.

En primer lugar, agradecemos a la Deutsche Forschungsgemeinschaft (DFG, Asociación Alemana de Investigaciones Científicas) el financiamiento del proyecto durante seis años y de una parte de los gastos de imprenta de este volumen. Agradecemos a la University of Kentucky, Lexington, KY, EE.UU., la generosa subvención para la publicación de este volumen del ALGR. Quedamos agradecidos a todos nuestros informantes paraguayos, argentinos y brasileños por su disposición, hospitalidad y paciencia, como también muchas personas que nos ayudaron con respecto a transportes, hospedaje y toda clase de informaciones útiles. Aunque no podamos mencionarlas todas, quedamos particularmente agradecidos a Almidio Aquino y Mario Bogado y sus familias de Asunción, a María Eva Mansfeld y a la Dra. Hedy Penner de Asunción, al Padre José Marx de Capioví (Misiones, Argentina), a la profesora Ana Bruno de la Universidad de Posadas (Misiones, Argentina), a la familia del Dr. Quetglas de Santo Tomé (Corrientes, Argentina), a Miguel López Bréard y Chela Liuzzi de Ituzaingó (Corrientes, Argentina), a la familia de Antônio Delgado de Amambai (Mato Grosso do Sul, Brasil), a la de João Valdés de Campo Grande (MS, Brasil) y a los misioneros Robert Dooley y de Nova Laranjeiras do Sul (Paraná) y Manfred Weidt de Palotina y Nova Laranjeiras (PR, Brasil).

Damos las gracias finalmente a la Dra. Olga Mori, de la Universidad de Münster, y al Lic. Leonardo Cerno, de la Universidad de Resistencia (Chaco, Argentina), doctorando y becario del DAAD en la Universidad de Münster (2008), que tuvieron la amabilidad de revisar el estilo castellano de nuestros textos y observaciones, a la Dra. Graciela Chamorro, profesora de la Universidad de Dourados (Mato Grosso do Sul, Brasil), que nos dio varias informaciones sumamente útiles acerca del guaraní jesuítico y el hodierno, y a la Dra. Lenka Zajícová, de la Universidad Palacký de Olomouc (República Checa), que nos proporcionó informaciones importantes no sólo sobre la historia política y lingüística del Paraguay colonial e independiente, sino también sobre varios problemas teóricos del bilingüismo de la zona guaranítica.

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